sábado, 26 de abril de 2008

LA EXPANSIÓN DE LA ECONOMÍA CAFETERA


Las plantas de Café son originarias de la antigua etiopia en la República de Yemen.

Uno de los más antiguos escritos que hace referencia al café es llamado "The Success of Coffee" (El éxito del café).

La más fuerte y aceptada de las leyendas acerca del descubrimiento del café y la bebida del café es la que hace referencia a un pastor llamado Kaldi. La leyenda dice que Kaldi se dió cuenta del extraño comportamiento de sus cabras después de que habían comido la fruta y las hojas de cierto arbusto. Las cabras estaban saltando alrededor muy excitadas y llenas de energía. El arbusto del que Kaldi pensó que sus cabras habían comido las frutas tenía como frutas parecidas a las cerezas. Entonces Kaldi decidió probar las hojas del arbusto y un rato después se sintió lleno de energía.

Existen muchas versiones del origen del café en Colombia. Algunas dicen que llegó vía Venezuela, mientras que otras especulan que provino de los países de Centro América. La planta fue sembrada en Santa Teresa de Tabage, población fundada por la Misión Jesuita, localizada entre el río Meta y el río Orinoco en 1736, las semillas fueron llevadas a Popayán, y se plantaron en un monasterio local. Desde este entonces existen muchos documentos que hacen referencia a que el café fue plantado en varias áreas del país y cómo rapidamente creció y floreció. Sólo fue hasta 1835 que tuvo lugar la primera producción comercial de café. Los registros muestran que los primeros 60 Kg de café fueron exportados desde Colombia en esa época. Los primeros cultivos de café crecieron en la zona oeste del país, en "Los Santanderes". Desde 1850 los dueños de los cultivos se encargaron de difundirlos a otras regiones del país. La difusión del café se facilitó mucho entre 1874 y 1900 después de la construcción de el "Ferrocarril de Antioquia" , esto hizo mucho más fácil para los productores de café el transportar sus cultivos a través del país. La riqueza Colombiana ayudó mucho al progreso y crecimiento del café, así como a la difusión del mismo a través del país, pero este solo fue uno de los elementos que hicieron que Colombia abarcara la producción de café al grado que tuvo desde 1800. Por otro lado el proceso del cafe ofreció la posibilidad de una familia de negocios prospera que podía crear muchos empleos.

Sin duda, el hecho decisivo de las primeras décadas del siglo XX fue la expansión de la economía cafetera, sustentada no en el sistema de haciendas, sobre la cual se había desarrollado la producción del grano en los Santanderes, Cundinamarca y en algunas zonas de Antioquia en las últimas décadas del siglo XIX, sino en la pequeña producción parcelaria del occidente del país. Esta expansión representó no sólo un desplazamiento de las zonas de producción sino, ante todo, la presencia de nuevas formas de organización social y productiva, con mayores alcances sobre la estructura global del país que aquéllas que hubieran podido provenir del sistema de haciendas. De hecho, el sistema hacendario se caracterizaba no sólo por la baja modalidad de la mano de obra y su escasa integración al mercado monetario, sino por una organización de la producción en la que se trataba de disminuir la inversión de capital representado en la incorporación de técnicas y elementos de trabajo que pudiesen elevar la productividad. Por otra parte, la integración de los procesos de producción y comercialización de café (que se manifestaban en la transformación del hacendado en comerciante o de éste en aquél, movido principalmente por la aspiración de exportar directamente el café), unida a los altos costos de transporte, hicieron que la producción cafetera dependiera fuertemente de coyunturas excepcionales en el mercado internacional del grano. Así, el sistema hacendario implicaba, de una parte, un escaso efecto de la producción cafetera sobre el mercado interno global del país y, de otra, una gran inestabilidad de la propia producción cafetera.

El café se producía en pequeñas, medianas y grandes regiones, había gran cantidad de mano de obra en su cultivo y beneficio, donde toda la familia tiene una función diferente desde su cultivo hasta su distribución.

Entre 1870 y 1930, el sector cafetero impulsa el desarrollo de la industria, los transportes, y los bancos. La expansión del sector permitió integrar a la economía nacional y tuvo importantes efectos políticos y sociales. El café fue fundamental para el crecimiento económico, la balanza de pagos, las finanzas publicas, el empleo, el desarrollo industrial y regional y para el sistema político, económico e institucional del país.

Históricamente el café ha sido un soporte material de la acumulación interna de capital, estrechamente vinculado con los orígenes de la industria nacional y con el despliegue del mercado interno, es decir, ha sido fuente de financiamiento para el resto de la economía del país y permitió vincular la economía nacional con la internacional, a pesar que en las dos últimas décadas observamos una menor participación de este subsector económico en el PIB nacional. El subsector del café absorbe el 35% de la fuerza de trabajo del mercado agrícola del país.

Algunas estadísticas señalan que el 48% de las tierras mas fértiles del país están en manos del 1.3% de los terratenientes, mientras el 67% de los campesinos solo poseen el 5.2% de tierras cultivables . Por otra parte, el 0.8% de los propietarios son dueños de extensos latifundios que cubren áreas de más de 300 has., y controlan el 68% de las tierras agrícolas; el 79% de los propietarios minifundistas, cultivan parcelas de menos de 5 has. y solo tienen el 5.6% de las tierras fértiles, lo que es mas grave aún, existen 1.5 millones de familias campesinas sin acceso a la tierra .La distribución de la tierra se ha vuelto cada vez más concentrada: el 3% de terratenientes posee más del 70% de las mejores tierras . Sin embargo, en los últimos 25 años, se ha operado un proceso de traspaso de la propiedad, de las antiguas familias aristocráticas y oligárquicas a los nuevos ricos del país: los narcotraficantes que, hoy por hoy, controlan el 70% de las mejores tierras de la geografía nacional. Este contexto propicia todo tipo de conflicto y violencia, haciendo casi imposible la convivencia en las zonas agrarias del país, que con la guerra sucia y el terrorismo de estado, han sembrado la incertidumbre total en los campos colombianos.



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